La Fisiognomia es un término que proviene del griego antiguo (aspecto del rostro de una persona) y se refiere al estudio de las características faciales y físicas de una persona para inferir su carácter, temperamento o destino. Esta práctica ha existido desde tiempos antiguos y ha sido objeto de interés en varias culturas a lo largo de la historia. Aunque sus prácticas y enfoques variaron según la cultura y la época, la idea básica de que el rostro puede proporcionar información sobre la personalidad ha persistido a lo largo del tiempo.
Su origen preciso es difícil de determinar debido a su naturaleza antigua y a su desarrollo en múltiples civilizaciones como:
Antigua Grecia: La fisiognomía tiene conexiones con la antigua Grecia, donde pensadores como Sócrates y Aristóteles abordaron temas relacionados con la relación entre el carácter y la apariencia física. La idea de que ciertos rasgos faciales podrían indicar cualidades internas se desarrolló en esta época. Se dice que Pitágoras (siglo vi a. C.) fue el primer gran pensador en practicar la fisiognómica y en sentar algunos de sus principios básicos. De hecho, se cuenta de él que antes de acoger a alguien como amigo o discípulo, le sometía a un examen fisiognómico para conocer su verdadera naturaleza, y que no admitía a nadie en su escuela que no tuviera una cabeza y un cuerpo debidamente proporcionados. Pero las primeras indicaciones de una teoría desarrollada al respecto aparecen en Atenas, donde un mago tracio contemporáneo de Sócrates llamado Zopyrus era reconocido como un experto en la materia en el siglo V a. C.
Antigua China: La fisiognomía también estaba presente en la antigua China, donde se desarrolló como una parte integral de la medicina tradicional china. En la medicina china, se creía que el rostro podía proporcionar pistas sobre la salud y el bienestar general de una persona.
Antiguo Egipto: Los antiguos egipcios también estaban interesados en la relación entre la apariencia física y la personalidad. Se cree que practicaban alguna forma de fisiognomía, aunque su enfoque puede haber sido diferente al de otras culturas.
Medio Oriente: La fisiognomía también se menciona en textos antiguos del Medio Oriente, como los escritos árabes y persas. Se cree que figuras como Avicena (Ibn Sina), un filósofo y médico persa, exploraron la relación entre la apariencia física y el carácter.
Algunos de los rasgos faciales que la fisiognomía puede considerar incluyen la forma de la nariz, los ojos, la boca, la frente, las orejas y la mandíbula, así como la simetría facial y la estructura ósea. Además, la fisiognomía puede tener en cuenta otros factores, como la postura corporal, el tono de voz y otros gestos o expresiones físicas, pues toda estas mediciones puede revelar información sobre la personalidad o el comportamiento de una persona. Aunque ha sido objeto de estudio en la historia, no es una ciencia exacta y no está respaldada por evidencia científica sólida.
A pesar de su falta de validez científica actual, la fisiognomía todavía puede ser ocasionalmente mencionada en contextos culturales o literarios como una herramienta narrativa o un dispositivo de caracterización de personajes. Sin embargo, en términos de seriedad académica y aplicación práctica, la fisiognomía ha sido ampliamente descartada en favor de enfoques más científicos y basados en la evidencia para comprender la naturaleza humana.
El Carácter Psicocorporal de la Fisiognomia
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